11 de noviembre de 2008

EL DILEMA


Hoy en día quedan ya muy pocos héroes. Héroes en el sentido de gente que pasa miedo, un miedo terrible, y a cuyo alrededor todo se va derrumbando mientras las tenazas aprietan más y más. Pero que a pesar de todo eso, se mantienen en pie y mantienen en pie sus integridades, sus luchas y sus valores. Gente como Lowell Bergman o Jeffrey Wigand. Admiro a gente como ellos (y más aún a Bergman, puesto que muchas veces pienso que mi vocación es la periodística), supervivientes natos en un mundo implacable en el que términos como honestidad, honradez y lealtad nunca han estado tan devaluados. La película nos cuenta la historia de Jeffrey Wigand (Russell Crowe), un científico y directivo de la famosa tabacalera norteamericana Brown & Williamson, que descubre un secreto celosamente guardado por la industria tabacalera sobre las sustancias que crean adicción en los fumadores. Por su parte, el productor del programa 60 minutes, Lowell Bergman (Al Pacino), arriesga su carrera para poner frente a las cámaras a Wigand, que ve como su vida entera se viene abajo al revelar la verdad a la opinión pública. En El dilema, Michael Mann, aparte de contarnos una trama inequívocamente periodística, en un tono casi de thriller; diserta acerca de estos valores, y de cómo el mundo moderno, las empresas (tabacaleras, de comunicación o cualesquiera que sean) y las personas que las dirigen, lo ahogan todo y a todos, por el hecho de mantener su infinito y omnipotente poder. En determinados momentos, y a medida en que vamos viendo cómo la presión (de Bergman con sus jefes y compañeros para poder emitir la entrevista y divulgar el escándalo; y de Wigand con su familia y con los chantajes que le va haciendo su antigua empresa) aumenta poco a poco, la película casi va adoptando tintes terroríficos hasta llegar a un supuesto clímax (Wigand en la habitación del hotel, mientras Bergman intenta contactar con él por teléfono). La película nos muestra con una lucidez, una sabiduría y una veracidad asombrosas de qué pasta están hechas las grandes empresas (tabacaleras en este caso), y de cómo "atan" incluso a sus más altos directivos, aparte de los oscuros tejemanejes y mentiras para con los consumidores. Pero no solo, puesto que si a través del personaje de Wigand (Russell Crowe, tremendo, inmenso) vemos el turbio mundo de las grandes empresas en general, y de las tabacaleras en particular; con Bergman (perfecto, sobrio e intenso Al Pacino, como siempre) asistimos al día a día de un prestigioso periodista, de sus tensiones con sus compañeros y con sus informantes. A la rutina de un buen periodista, en suma. Un periodista que debe ser ejemplo para todos aquellos que comienzan en la profesión, y que muestra cómo, a pesar de tener a los jefes en contra y de rayar el despido, Bergman juega todas sus cartas para proteger a su informante, y de no malvender el buen nombre de su profesión. En definitiva, pura y dura (más que nunca) ética. Ética como la que demuestra Wigand cuando, a pesar de lo que está sufriendo su familia (su esposa incluso le abandona con sus hijas) y a pesar del calvario personal y profesional, sigue fiel a sus principios, a sus deseos de denunciar las oscuras manipulaciones y mentiras de su ex-empresa todopoderosa.

Todo este entramado ético-jurídico-periodístico es rodado primorosamente por un Mann inmenso y espectacular. Con un estilo semi-documental la mayoría de las veces, y jugando con gran cantidad de primeros planos, y administrando sabiamente el ritmo del increíble guión de Eric Roth; el director rueda la que, quizá, es su mejor película. Fondo y forma se dan la mano, y alcanzan la estratosfera de lo cinematográfico, mientras el espectador alcanza todo un Nirvana de sensaciones, desde el miedo a los enemigos a los que se enfrenta la ética, pasando por el asombro del estilo de rodaje, hasta el aplauso final por unas interpretaciones memorables, incluídas para los extraordinarios secundarios Christopher Plummer, Philip Baker Hall, Colm Feore o Michael Gambon, en una breve pero terrorífica intervención. En suma, toda una radiografía y disección del mundo en que vivimos y nos movemos.

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