18 de noviembre de 2008

EXPEDIENTE X: ACTORES EQUIVOCADOS

Amigos, hoy la cosa va de un auténtico Expediente X. No, no me refiero a cómo Bush pudo ganar sus segundas elecciones, o de cómo hay gente que se mete en la carrera de Comunicación Audiovisual de la UCM, y sobrevive para contarlo. Me estoy refiriendo a esos casos extraños en los que un actor participa en una película e interpretando un papel que claramente ni le va ni le viene. Hubo y hay actores que, les metas donde les metas, son camaleones y todo lo hacen bien, hagan lo que hagan. En el pasado fueron gente como Marlon Brando o el que yo considero el mejor actor de la Historia del Cine: Alec Guinness. Alec Guinness, maestro, dios absoluto de la interpretación, era un hombre tranquilo, típicamente inglés, que lo mismo te cogía un príncipe árabe (Lawrence de Arabia), un coronel militar (El puente sobre el río Kwai), un caballero Jedi, un judío avaro (Oliver Twist), el rey Carlos I de Inglaterra (Cromwell), el Papa Inocencio III (Hermano sol, hermana luna), el emperador Marco Aurelio (La caída del Imperio Romano), un comisario soviético (Doctor Zhivago) o un brahmán hindú (Pasaje a la India); que lo bordaba, se mimetizaba con el personaje, y ya casi no podías adivinar que se trataba de él, y todo papel que interpretaba, lo hacía con sutilidad, inteligencia y veracidad.

Pero bueno, voy a dejar de emocionarme con Alec Guinness, y continuar con lo que estaba hablando, y es que hoy en día también tenemos auténticos camaleones (léase Daniel Day-Lewis, Edward Norton o Gary Oldman), pero lo que sorprende son a veces esos actores (buenos o malos) que, casi literalmente, se meten donde no les llaman. Casos hay para todos los gustos, y voy a dejar aquí dos en concreto, uno del pasado y otro de hoy en día, que constituyen un material de primera para Iker Jiménez.

- John Wayne como: centurión romano/Genghis Khan

Pues sí. Él, el auténtico cowboy americano, el más duro del Oeste, el legendario vaquero que cabalga delante de la cámara de John Ford o Howard Hawks... también tuvo sus deslices. Y sus deslices son para tomárselos un poco a coña. ¿Que no?. Mirad la foto de arriba, donde se supone que interpreta a Genghis Khan, el hombre que formó el Imperio Mongol en China. Esos bigotes a lo Cantinflas. Ese actor a su lado a punto de estallar en carcajadas. Esa gotita de sudor que casi podemos ver. Esos pensamientos que casi están gritando: "¿Qué puñetas hago yo con este gorro?, ¡Que alguien me lance un Winchester enseguida!". Pero lo peor vino luego. En el rodaje de esta película, utilizaron una zona desértica de Utah para simular las estepas asiáticas (total, casi no hay diferencia). Pero el director, de glorioso nombre Dick Powell, no cayó en la cuenta de que muy cerca de allí habían hecho pruebas nucleares. ¿Resultado?. Que casi todo el equipo de la película, protagonistas incluídos, murieron de cáncer años después.

Pero para cáncer (o, sin ponernos tan trágicos, para un dolor de muelas), lo que vino años después. En pleno furor de peplums religiosos, "La historia más grande jamás contada" se suponía que iba a ser "La película sobre un líder religioso más grande jamás contada", y acabó siendo "La película con más cameos, incluso más que cualquier Torrente, aunque no lo parezca, jamás contada". A Max Von Sydow, actor fetiche de Bergman, le tocó el papel del líder religioso, llamado Jesús, por más señas; pero el equipo fetén de la película, más galáctico que el Madrid de Florentino, tenía en su alineación titular a Charlton Heston, Claude Rains, Angela Lansbury, Telly Savalas, José Ferrer, Donald Pleasence, Roddy McDowall y Martin Landau. En el banquillo, para salir en la segunda parte, digo, mitad de la película, estaban actores como Van Heflin, Sal Mineo, Sidney Poitier, y... John Wayne. Wayne aceptó ser el centurión que le toca estar delante de la cruz y decir aquello de "en verdad, era el hijo de Dios", y todo eso. Wayne, con su uniforme nuevecito, no sabía como moverse, y lo de enseñar las piernas y sacar la espada de la funda... bueno, lo perdonamos, pero ese acentazo de camionero de Nebraska habría hecho palidecer al mismísimo emperador Tiberio, además de no saber encasquetarse bien el casco romano. Tras ser mongol y romano, lástima que Wayne no viviera lo suficiente como para rodar una de toreros en el que interpretara a Antonio Ordóñez... se hubiera completado la trilogía satánica del Duque (apodo con el que se conoció a Wayne), y hasta Lola Flores hubiera interpretado a su novia. Una verdadera pena.

- Orlando Bloom como: caballero medieval/príncipe troyano/actor para películas serias que no sean de El Señor de los Anillos

Que no, que no es que le tenga tirria al pobre hombre. Si al chaval le matan al caerse de un helicóptero, y sin pegar un solo tiro, en Black Hawk derribado, pobrecico. El caso es que tras interpretar con decencia al elfo Legolas en la trilogía de El Señor de los Anillos, media humanidad (la femenina) se rindió ante el nuevo guapo de moda. La fama se confirmaría al participar en una función de circo que duró varios años, recorrió todo el planeta, y obtuvo unas ganancias extraordinarias, confirmación de la cantidad de gente que había ido a la carpa, cuando el circo pasaba por cada ciudad. Por cierto, hablo de Piratas del Caribe, función producida y financiada por el Gran Circo Internacional, la producción que acabó con la hegemonía artística del Cirque du Soleil. Tras terminar la temporada circense, y volver de nuevo al cine y a las películas, le pasaron un guión del siguiente bombazo de la temporada, allá por 2003: una reconstrucción épica de "La Ilíada", el poema épico de Homero. Brad Pitt sería Aquiles, Eric Bana sería Héctor, Peter O'Toole (todo el mundo en pie, por favor, ahora mismo) sería Príamo, etc, etc. Tras no poder superar el trauma de verse asesinado en Black Hawk derribado, no quiso ningún papel en que le mataran, y escogió el único que acababa vivo al final de la película (a los que no han visto la película, que se jodan, a mí también me destriparon el final de Seven). Así que interpretó a Paris, el que la liaba parda poniéndole los cuernos al rey Menelao de Esparta con su mujer, Helena, pero que no sabía defenderse en un duelo a muerte. Y luego mataba a Aquiles con flechitas, el cabroncete. El caso es que,por este papel, obtuvo ridículas críticas acerca de su inexpresividad, de que si un bloque de granito expresaba más emoción y desgarro emocional que él, bla, bla, bla. Tonterías. "Contención interpretativa". "Sutilidad emocional". "Interiorización del personaje". "Sobriedad". Éstas, y no otras, son las definiciones para su interpretación en Troya. ¿O no?.

Pues el caso es que eso último ya lo voy dudando un poquito. Y con eso me refiero a su papel en El Reino de los Cielos. Resulta que, al contrario que mucha gente (críticos de cine entendidos, gente entendida, amas de casa entendidas, adolescentes de 15 años entendidos), yo no soy ningún entendido de cine, y digo yo que será por eso que me gusta esta película. Sí, me gusta, y cada vez que la veo, me gusta más ver cómo Ridley Scott nos introduce en pleno siglo XII, entre la Segunda y la Tercera Cruzada, y nos hace un recorrido turistico-histórico entre Francia y Jerusalén, con parada y fonda en Messina (Italia). Una ambientación de 10, un sentido de la narración y el espectáculo de 10, unos actores de 10 (Liam Neeson, Jeremy Irons, Eva Green, Brendan Gleeson, David Thewlis y el sirio Ghassan Massoud, todos perfectos)... Esta película podía haber sido el trampolín perfecto para nuestro colega Orlando, para apuntarse y coger plaza en el "Club DiCaprio de intérpretes que han pasado de niñatos a buenos actores que van a más". Pero hete aquí que no, que, inexplicablemente, a Orlando Bloom le dio un bajonazo con esta película, que, probablemente, le venía, interpretativamente, un poco grande tras sus niñerías y chorradas con los piratas. Balian de Ibelin, su personaje, es un hombre torturado hasta casi la extenuación. Sin conocer a su padre, sufre el suicidio de su joven esposa, y se refugia en sí mismo, y en la herrería que tiene en un pueblo de la Francia del siglo XII. No habla con nadie, ni siquiera con ese Dios en el que creía, pero ya no confía. La aparición de su padre, un caballero cruzado, de noble cuna; y el asesinato de su hermano, sacerdote por más señas, le empujan a marchar hacia Tierra Santa, donde intentará expiar sus pecados y encontrarse a sí mismo. Toda película del género épico ha tener muy clarito que los tres pilares sobre los que se tiene que empezar a construir los cimientos son: el guión, la ambientación, y el actor o actores protagonistas.
Así ocurre con Ben-Hur, con El Cid, con Gladiator o con Troya. El Reino de los Cielos, estupenda película por otra parte, hace aguas por la parte del actor, por nuestro querido Orlando. Se dice que Ridley Scott quería contratar al gran Paul Bettany o al croata Goran Visjnic, pero que los productores y la major tenían decidido que tenía que ser un actor taquillero, de moda, guapo y con fama. Lástima que se olvidaran de que aparte de todo eso, también tenía que ser actor. El caso es que, increíblemente, Orlando pone exactamente la misma cara en todas las escenas. En todas. Ante el cadáver de su mujer, ante el cadáver de su padre, en las batallas, en el polvo que tiene con Eva Green, cuando le hieren... Es todo un espectáculo verle dar mandobles a los sarracenos con la misma cara que, imagino, tendrá cuando visita el inodoro; y así es como la película, digámoslo ya, se jode bastante. Así que damos marcha atrás, y rectificamos: lo del bloque de granito se confirma, y lo que pudo ser un peliculón casi de 10 (la versión extendida del director, ojo, no la de los cines), pierde al menos 3 puntos, por perder uno de sus pilares primordiales.

Por ello, varias conclusiones:
- Ridley, ficha a Russell Crowe hasta para hacerte la comida.

- Orlando, existen muy buenas escuelas de interpretación, y dado que tendrás tiempo entre "Piratas del Caribe 6" y "Piratas del Caribe 7" para tocarte las gónadas, pues dedícalo a subirte a un escenario y a practicar. Ánimo, que con esfuerzo, pronto podrás hacer de extra en el Lincoln de Spielberg.

-Feisal, la próxima vez, no te enrolles tanto, joder, y mete más caña.

PRÓXIMA ENTREGA DE EXPEDIENTE X: Ben Affleck, Renée Zellweger y Eduardo Noriega

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